EL PLD EN EL DESBARAJUSTE POLITICO DE LA NACION.
“La política es una ciencia, en política no se improvisa”, Juan Bosch.
Por Claudio Márquez
SANTIAGO.-Todavía hay quienes no se percatan de la amenaza de desbarajuste político que se cierne sobre la sociedad dominicana. Entre ellos, como es lógico, se ubican algunas agrupaciones y dirigentes políticos aliados al PLD, a quienes conviene evadir la realidad de la historia.
Aunque la situación de desconcierto político a que aludimos aún expresa señales muy difusas, el peligro que nos acecha como país pudiera configurarse, por lo menos, en tres vertientes inmediatas.
Primero, en la en actitud poco sosegada en que el liderazgo político de la nación afronta y evalúa la coyuntura; segundo, en la búsqueda y justificación de un procedimiento que permita a la figura del presidente Leonel Fernández la reelección y, tercero, en el ambiente de inseguridad y desconfianza construido precisamente por este liderazgo político frente a su evidente incapacidad para advertir del riesgo de caer en un vacío de poder, como lo afirma el doctor Antonio Isa Conde
Perder de vista la realidad de la coyuntura y trazar pautas destinadas a desconocer la conveniencia de la alternabilidad y del libre ejercicio democrático, es una acción que no encaja en la mentalidad de ningún partido de fuero progresistas, pero mucho menos en el modelo de liberal que ha procurado superar la sociedad dominicana a lo largo de sus últimos cincuenta años.
La democracia no es simplemente percepción, porque la percepción, sea positiva o negativa, entorno a un régimen, un gobierno, partido o dirigente político, muy bien pudiera ser construida o alterada mediante mecanismos de persuasión y coerción.
Mecanismos de persuasión y coerción sujetos, en gran medida, a los dispositivos de poder; pero sin perder jamás de vista que la democracia está sustentada sobre factores de racionalidad, determinados por la capacidad de respuestas, las alternativas políticas, económicas e institucionales orientadas a la satisfacción plena de la gente, es decir, a la solución concreta de sus problemas más acuciantes.
Cuando lo expresado se torna difícil, cuando no se prestar atención el valor de la alternabilidad y, sobre todo, cuando el apremio de segmentos importantes de poder se sitúa en el interés de la confiscación de la voluntad ciudadana, mediante subterfugios legales que en vez de evitar, provocan mayores fricciones y confusiones políticas, sus mecanismos comienza a fallar, generándose una especie de descreimiento generalizado y un vacío de poder que nadie puede proyecta su curso o desenlace.
Es, pues, a lo que está realmente expuesta la sociedad dominicana de hoy, como expresión directa de las distorsiones e interpretaciones a conveniencia, y forjada al margen de lo establecido en la Constitución y sus leyes. De lo que la propia historia se ha encargado identificar como una aventura de dimensión indiscutiblemente peligrosa.
Cuando en el párrafo introductorio de este artículo citamos de manera directa al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), no lo hacemos de manera inadvertida, pero mucho menos precipitada, sino porque en el entorno de esta organización política de la democracia dominicana, se bordean asuntos que, en vez, de favorecer las expectativas sociales, de cara a los próximos períodos electorales, se contravienen la razones de estas propuestas como garantías de una reflexión madura y efectiva.
Todos saben a los que nos referimos. Sin embargo, para no dejar ningún tipo de dudas, debemos señalar que en el conflicto planteado alrededor de la prohibición Constitucional de la Reelección Presidencial, y las garantías de una alternabilidad constructiva, en capacidad de responder eficientemente a las perspectivas de la ciudadanía, la decisión en cuestión no puede ser dejada enteramente en manos de grupúsculos de afinidad coyuntural interna con el PLD.
El liderazgo peledeísta debe sobreponerse a la tentación y asumir un proyecto de nación en capacidad de conceder las respuestas buscadas por el país en medios de del agotamiento del actual modelo económico. De no ser así, podrán ustedes, amigos lectores, estar seguros de que la sociedad dominicana será conducida de manera irremisiblemente a lo peor.
*El autor es periodista.
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