DESDE MI VENTANA OPTICA : PUNTOS LUMINOSOS DE LA DELINCUENCIA
Para Almánzar, es lamentable que a los pobres nadie le escucha, a pesar de que sienten los efectos de la delincuencia igual que los ricos. Para bien de todos, el autor cree que ciertas leyes deben ser revisadasPOR ALEJANDRO ALMANZAR
NUEVA YORK.-Todo mal obra para bien, dicen los exegetas. Cuando veas las barbas del vecino arder, pon las tuyas en remojo. Si tienes casa de cristal, no tires piedras al techo de tu vecino. Nunca es más oscura la noche, que cuando va a amanecer, estas reflexiones eclesiásticas, filosóficas y del refranero popular, nos hacen comprender mejor la vida.
Y podríamos aplicarlas a la delincuencia en República Dominicana, donde hasta hace unos años, sólo los pobres eran victimas de su indolencia, pero que ahora las élites intocables, también han probado de su bebedizo criminal.
Y por eso hablamos del punto luminoso de ese flagelo, pues mientras los barrios eran victimas de todo tipo de crímenes y violaciones, nunca los ricos pensaron en la debilidad judicial nuestra.
Pero al ver sus techos de cristal derrumbados por la criminalidad, entonces comienzan a entender que el sistema de justicia tiene que ser modificado y ajustado a la realidad de los actos cometidos por los antisociales.
Eso nos da una señal, de que la delincuencia globalizada finalmente arrojara luz en la conciencia de quienes toman decisiones en el país, pues muchos factores intervienen para que los ciudadanos no están seguros en sus hogares, centros de trabajo y mucho menos en las vías públicas.
Podríamos culpar al narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción oficial, pero además, la indiferencia de aquellos que por su encumbrada posición social, vivieron de espalda a tan cruda realidad.
Reconocemos la gran valía del doctor, Ramón Antonio Veras y su familia, de su entrega a las mejores causas, pero es lamentable que el sicariato tuviera que hacer estrago en su entorno familiar, para él darse cuenta de la debilidad de las leyes dominicanas.
Distinto sería, si tan ilustre jurista hubiese tenido esa misma percepción 20 años atrás y quizás hoy no hubiese tenido que soportar la embestida de la criminalidad, que ha demostrado no respetar statu intelectual, profesional, empresarial, político, ni militar.
Pero mientras los hijos del Fondo de la Botella, en Pekín, de Cienfuegos, El Ejido, Los Ciruelitos, Los Platanitos y Gurabito sufrían las acciones de la delincuencia, pocos entendieron que el ordenamiento jurídico nacional urgía ser revisado.
Por eso entendemos que la tenebrosidad de los criminales producirá buenos frutos, pues desde que los poderosos han sido tocados por ellos, escuchamos hablar de la debilidad del sistema judicial, y ya hay aprestos para modificar esas leyes permisivas.
Don Negro puede tocar la puerta del Palacio Nacional, la Suprema Corte de Justicia y el Congreso Nacional, para ser escuchado, pero ¿A dónde van aquellos que viven el terror de la criminalidad en Los Mina, Los Guandules, Guachupita y la Cañita?
Una vez más se demuestra que el hijo de Dios que no cuenta con el apellido de dicha élite, no tiene ningún valor espiritual ni humano, y que sólo cuando se afectan intereses de los ricos, el Estado y la justicia son diligentes.
Las leyes debieron ser revisadas, cuando choferes de carros públicos comenzaron a ser atracados a plena luz del día. Los motoconchistas asesinados para robarles sus motocicletas, en fin, el obrero que ganándose la vida en el Mercado Nuevo, llegando a Cristo Rey, terminaba asaltado.
Ojala y que la pesadilla de los burgueses con la delincuencia, arroje como punto luminoso la tranquilidad, sin la tranca y la paz, sin el palo, mediante la conformación de leyes que representen igual a potentados y pobres.
ALEJANDRO ALMANZAR
alexalma0915@gmail.com
El autor es comunicador, reside en NY

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