AFIRMAN QUE HAVERSTRAW NO ES EL VIEJO OESTE
¿Qué ganas con arrestar a un bodeguero que vende lotería y números internacionales, mientras al que distribuye abiertamente drogas y las consume al aire libre, con gran desfachatez y descaro, lo dejas proseguir cómodamente con su ilegal y malditísima actividad? se pregunta Rosario.
POR JOHAN ROSARIO
HAVERSTRAW, NEW YORK.- Ante la ausencia de dotación policial, Haverstraw es un pueblo más vulnerable al crimen y sus funestas consecuencias. Eso nadie lo rebate.
Aunque se aprecia el esfuerzo que despliega la policía regional del Town en combinación con efectivos de otras agencias del Condado de Rockland y del Estado de Nueva York en general, intentando conjurar "cualquier brote delincuencial", la opinión colectiva es que la Villa está a merced de peligrosos bandoleros.
Se acentúa el malestar cuando el rol policial se ve a menudo constreñido al "combate" de simples transgresores de tránsito y vendedores de clandestinas loterías.
Hay creciente disgusto por el aparataje con fue manejado un reciente allanamiento en la mayoría de bodegas dominicanas de esta localidad.
Llueven las quejas de comerciantes cuyos negocios han tenido sustanciales bajas en los últimos días por el temor colectivo de que "hay una cacería hispana" en esta localidad, impulsada por la franja de 'blanquitos' que desde hace tiempo apuestan por hacerse con el control total del pueblo, pateando brutalmente todo cuanto a latino huela.
Mucha gente teme salir por las noches, en el entendido de que, a la postre, 'pagarán justos por pecadores', como ya comenzamos a constatar.
Para mantener a raya el crimen verdadero en un pueblo relativamente pequeño, no se amerita tanto escándalo ni perros amaestrados destrozando artículos en humildes negocios en búsqueda de supuestos alucinógenos que bien saben las autoridades están en otro lugar y en otras manos.
La policía puede perfectamente flanquear a los vendedores de drogas, asaltantes, depredadores sexuales, proxenestas y propulsores de otros delitos, sin llegar al extremo de amedrentar una mala noche a toda una pacífica población, principalmente a la hispana.
Una cosa es combatir a los malhechores y otra muy distinta intranquilizar exclusivamente a un segmento, sembrando miedo y desazón focalizado, en una renovada muestra de "apartheid" y perfil racial.
La policía tiene que continuar su patrullaje ordinario, día a día, a pies incluso, pero seguir jugando al gato y al ratón con quienes sustentan el aparato productivo de la zona, constituye una gravísima distorsión de enfoque.
¿Qué ganas con arrestar a un bodeguero que vende lotería y números internacionales, mientras al que vende abiertamente drogas y las consume al aire libre, con gran desfachatez y descaro, lo dejas proseguir cómodamente con su ilegal y maldita actividad? Es eso equitativo y apropiado? Claro que NO.
Es por ello que la comunidad hispana de Haverstraw debe levantarse al unísono en contra de inmerecidos atropellos y condenar el trato casi de Medio Oeste Modero que le han conferido las autoridades, cuando ni remotamente lo es, y máxime ahora que la calidad de vida ha mermado de manera significativa frente al desproporcionado incremento impositivo a las viviendas, a lo que se auna la escasa rentabilidad de los negocios.
La caldera hierve y uno a veces nota que las autoridades subestiman un detalle peligroso: el puerco bien puede retorcer el rabo, y cuando lo haga, las consecuencias pueden ser que el agua contenida en el balde que hierve los salpique directamente a ellos en sus propias caras.
POR JOHAN ROSARIO
HAVERSTRAW, NEW YORK.- Ante la ausencia de dotación policial, Haverstraw es un pueblo más vulnerable al crimen y sus funestas consecuencias. Eso nadie lo rebate.
Aunque se aprecia el esfuerzo que despliega la policía regional del Town en combinación con efectivos de otras agencias del Condado de Rockland y del Estado de Nueva York en general, intentando conjurar "cualquier brote delincuencial", la opinión colectiva es que la Villa está a merced de peligrosos bandoleros.
Se acentúa el malestar cuando el rol policial se ve a menudo constreñido al "combate" de simples transgresores de tránsito y vendedores de clandestinas loterías.
Hay creciente disgusto por el aparataje con fue manejado un reciente allanamiento en la mayoría de bodegas dominicanas de esta localidad.
Llueven las quejas de comerciantes cuyos negocios han tenido sustanciales bajas en los últimos días por el temor colectivo de que "hay una cacería hispana" en esta localidad, impulsada por la franja de 'blanquitos' que desde hace tiempo apuestan por hacerse con el control total del pueblo, pateando brutalmente todo cuanto a latino huela.
Mucha gente teme salir por las noches, en el entendido de que, a la postre, 'pagarán justos por pecadores', como ya comenzamos a constatar.
Para mantener a raya el crimen verdadero en un pueblo relativamente pequeño, no se amerita tanto escándalo ni perros amaestrados destrozando artículos en humildes negocios en búsqueda de supuestos alucinógenos que bien saben las autoridades están en otro lugar y en otras manos.
La policía puede perfectamente flanquear a los vendedores de drogas, asaltantes, depredadores sexuales, proxenestas y propulsores de otros delitos, sin llegar al extremo de amedrentar una mala noche a toda una pacífica población, principalmente a la hispana.
Una cosa es combatir a los malhechores y otra muy distinta intranquilizar exclusivamente a un segmento, sembrando miedo y desazón focalizado, en una renovada muestra de "apartheid" y perfil racial.
La policía tiene que continuar su patrullaje ordinario, día a día, a pies incluso, pero seguir jugando al gato y al ratón con quienes sustentan el aparato productivo de la zona, constituye una gravísima distorsión de enfoque.
¿Qué ganas con arrestar a un bodeguero que vende lotería y números internacionales, mientras al que vende abiertamente drogas y las consume al aire libre, con gran desfachatez y descaro, lo dejas proseguir cómodamente con su ilegal y maldita actividad? Es eso equitativo y apropiado? Claro que NO.
Es por ello que la comunidad hispana de Haverstraw debe levantarse al unísono en contra de inmerecidos atropellos y condenar el trato casi de Medio Oeste Modero que le han conferido las autoridades, cuando ni remotamente lo es, y máxime ahora que la calidad de vida ha mermado de manera significativa frente al desproporcionado incremento impositivo a las viviendas, a lo que se auna la escasa rentabilidad de los negocios.
La caldera hierve y uno a veces nota que las autoridades subestiman un detalle peligroso: el puerco bien puede retorcer el rabo, y cuando lo haga, las consecuencias pueden ser que el agua contenida en el balde que hierve los salpique directamente a ellos en sus propias caras.
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