viernes, 19 de agosto de 2011

ANYOLINO GERMOSEN ; MAS LUCES QUE SOMBRA EN SU PRIMER ANIVERSARIO COMO ALCALDE DE TAMBORIL

Indistintamente del artículo que se convirtió en manzana de la discordia, y de la Jeepeta que a más de uno con razón escandalizó -por ser quizás el más palmario desacierto de la presente gestión peledeísta-, aunado al tema de los muchos ex-empleados perredeístas que siguen sin ser todavía liquidados y el torpe manejo de las comunicaciones oficiales en algunos enrevesados temas como la supuesta trama criminal puesta a rodar en mi contra, el primer año de Anyolino Germosén como Alcalde de Tamboril tuvo más luces que sombras. El parque inaugurado en días recientes, el remozamiento de la entrada al pueblo con majestuosas palmeras regadas a cada lado de la calle y las 24 horas de luz en un modesto boulevard que no por pequeño deja de deslumbrar, habla de una buena orientación en la aún novel gestión de Germosén.

POR JOHAN ROSARIO
(lahoralatina@yahoo.com)


El hoy Alcalde de Tamboril siempre me ha distinguido, en lo personal, con un trato afable y de respeto. Las dos veces que he presentado obras literarias ha sido de los primeros en llegar al Club Casino Primavera con ancha sonrisa. Ha tenido, incluso, la generosidad de adquirir sobre los 5 ejemplares en cada ocasión, y eso lo aprecio en todo lo que vale.

Cierto que la galantería es consustancial a la política y sus actores, pero no por ello muere el gesto ni es dable despreciarlo. Desde que Anyolino Germosén se lanzó al ruedo por el partido reformista, tuve, pese a las preindicadas distinciones que me brindó desde el primer día que le traté, serias reservas sobre sus cualidades para dirigir el ayuntamiento de Tamboril.

Hice público mi parecer en más de una ocasión. Lo externé por televisión primero, y luego lo escribí en la Revista Latina. Eso nunca impidió que con amplia sonrisa y buen talante Germosén me diera siempre un cálido abrazo en los lugares que por entonces nos llegamos a encontrar.

Un correligionario suyo -cuyo nombre prefiero dejar a un lado por la distancia en el tiempo- me enrostró en 2006 que yo era un ingrato, porque después de comprarme tantos libros 'Anyolino no merecía que tú lo traicionaras por televisión'. Así me interpeló. Se refería a mi pronunciamiento sobre las aspiraciones de Germosén por el reformista. Comprendiendo el contexto de aquellas palabras, sin dudas zahirientes, y sobre todo que quien las pronunciaba estaba ostensiblemente cegado por la pasión que al calor del proselitismo electoral emborracha hasta ciertas mentes preclaras, y siendo además un sábado de alcohol al pecho, preferí callar y seguir disfrutando del rico Hot Dog que compartía con un amigo en la 'franfura' de Susana.

-Este altanero e ingrato -vociferó aún más airado el caballero- se cree dueño absoluto de la verdad y ni habla-. No te compraremos ni la mitad de un libro más. Vete a tu Nueva York, apátrida. -dijo, sintiendose como el invencible en el momento de infringir a su contendor la estocada final.

Seguí callado y distante de los agravios proferidos por quien hasta ese día había sido un amigo. Me vino a la mente en ese momento Baltasar Gracián y su Arte de la Prudencia. Pues bien, pasó el tiempo y no volví a tener noticias de Anyolino, hasta que, años más tarde, supe que su grupo, o una ala de él, se había fundido con el PLD para enfrentarse al PRD y su reeleccionista candidato.

Volví a decir por televisión que no me parecía la figura más idónea para dirigir a Tamboril y sustenté mi creencia en varias referencias tenebrosas que a la sazón recibí de gente con calidad, como el caso del Padre Rogelio. Al mismo tiempo que cuestioné las credenciales humanas de Anyolino, manifesté que resultaba perentorio un cambio de dirección en la forma de manejar el ayuntamiento de Tamboril y que la oferta de la oposición existente me lucía pobre, por cuanto se dejaba al pueblo en un vacío insondable, en un desamparo acaso inmerecido.

Francisco Alvarez, del PRD -con el que nunca tuve más relación que de la de un saludo apresurado en las calles del pueblo, y haberle canalizado una invitación para venir a Nueva York y luego recibirlo como recibiría de nuevo a cualquier otra autoridad de mi tierra- estaba administrando el cabildo como un mercado de productores. Andaba el clientelismo al pecho, con tal desmesura que escandalizaba hasta a los indiferentes.

Una vez estuve en el ayuntamiento, intentando en vano cobrar 20,000 pesos que me adeudaban de libros -las dos veces que he publicado me compraron de a 100 ejemplares, y esos 20 mil no me los pagaron ni aún al final de la gestión perredeísta de la que hoy sin éxito han pretendido hacerme parte-, y fuí testigo de cómo andaban varias personas con pollos y gallinas, y grandes racimos de plátanos caminando por los pasillos del ayuntamiento en una especie de trueque improvisado en plena coporación edilicia.

El problema era que estaban de por medio los fondos de todo un pueblo, no de una claque que con cara de lamento y ojos extraviados atiborraba el cabildo en un ritual extraño de brazos abiertos al aire para que cayeran migajas de las dadivosas manos del entonces ejecutivo, el que inducido por la muchedumbre blanca que clamaba al grito de Papá, entregaba más de lo que la Ley acuerda en Asistencia Social.

Para decirlo en lenguaje pueblerino: estaba tirada la casa por la ventana. Llovían las recetas y las entregas de dineros a personas que se apostaban desde la madrugada en el tetero del Sol, cual si de la Embajada Americana se tratara. Ese fue el trabajo al que muchos se dedicaron durante 8 largos años perredeístas: a pescar al síndico cada mañana. De eso vivían. De peregrinar y mendigar.

-Esto no es un cabildo, al menos no uno que se precie de andar por la senda correcta -le comenté a alguien que me acompañaba aquel día-. Eso mismo dije por TV días más tarde en Nueva York. Resulta que no adquirió tanta resonancia ni tuvo todo el eco necesario en Tamboril porque no había un Facebook masificador ni un blog que estuviera, como hoy lo están fundamentalmente lahoralatina, mitamborildigital, codigoaldia, tamboril32 y plazadenoticias, trazando la agenda informativa de Tamboril y generando un verdadero tsunami en lo que a creación de opiniones respecta.

5,000 visitas diarias están pesando demasiado en ciertas mentes pequeñas. Por eso el reperpero con todo cuanto se publica. Tras este largo preámbulo, he de decir que el objeto central de lo aquí recogido es puntualizar algunas cuestiones que bien ameritan ser explicadas. Hoy es el día.

Lo primero es que la amenaza de muerte transmitida a mí por Aurelio Rosario, la que tanto polvo y revuelo ha despertado desde su aparición en los medios, parece haberse gestado entre allegados al ayuntamiento, sin el aparente conocimiento del Alcalde. Me sorprendió que ese Anyolino renovado pudiera complotar contra un comunicador simplemente por dar una opinión. Había mucho que poner en juego algo de ese calibre, y nada que ganar.

Ocurrió con infantil torpeza a raíz de un simple artículo en el que cuestioné la compra de una suntuosa Jeepeta, la que aún hoy sigo criticando con vehemencia. En lugar de proponer una discusión dialéctica, bien fundada y seria -que habría sido lo correcto- ese fue el primer recurso al que, con inocultable desatino, se abrazaron quienes, creyendo que erigían un escudo protector de la figura del Alcalde, lo que hicieron fue lanzarlo a una peligrosa hoguera. Una horda de opinantes se alzó rápido pidiendo rodar cabezas.


Falta de estrategia, evidente quedó más temprano que tarde. Poner a rodar la especie de una conjura criminal pretendiendo callar voces jamás hará bien a nadie, y menos a un funcionario público recién estrenado y en son de redención.


"Dos sicarios te están pisando los talones, Johan, debes dejar de atacar al ayuntamiento". Fueron esas las palabras exactas de alguien que me merece sobrado respeto y consideración como Aurelio, y que sé sólo buscaba, aún hoy lo creo, protegerme en el momento que entendió que el peligro asomaba a mi vida amenazante. Por eso le conferí valor a la advertencia, por venir de alguien con autoridad sobrada. El resto ya es historia harto conocida por casi todos.


EL PARQUE, LOS ACIERTOS Y UN BUEN AÑO

Indistitintamente del artículo que se convirtió en manzana de la discordia, de la amenaza amordazante -infundada según un acercamiento posterior- de la Jeepeta que insisto figura entre los desaciertos más palmarios de la presente gestión, aunado al tema de los muchos ex-empleados perredeístas que siguen todavían sin ser liquidados, el primer año de Anyolino Germosén como Alcalde de Tamboril tuvo más luces que sombras.

Confieso que mis temores primeros se han ido disipando a la luz de las ejecutorias recientemente dadas a la publicidad y de las referencias descontaminadas de personas como el Príncipe Juan Alberto Peña, un amigo de toda la vida que en estos días ha estado entre nosotros en Nueva York.

"Sé que llevas casi un año sin ir a Tamboril, pero yo que no tengo afiliación partidaria te confieso que está transformado el municipio. Anyolino, que no es realmente santo de mi devoción, va marchando por buen camino con muchas obras bonitas y de beneficio indiscutible para el pueblo. Hay que reconocerlo sin mezquindad. Use mis ojos, que son como si fueran los suyos. No le mentiría en algo como esto ".

Así me ha dicho El Príncipe, y a él le creo porque lo sé desligado de la política y de las pasiones que la mueven. Las palabras del amigo que me merece consideración y respeto acabaron por convalidar la impresión que me había ido forjado tan pronto se dieron a conocer varios proyectos de reciente factura. Que bueno que me haya equivocado desde 2006.

Hoy lo celebro y admito con humildad mi error de 5 años atrás. He visto los avances por foto, pero el dinámico productor de El Bastión Internacional ha arrojado las luces que me faltaban sobre lo que realmente está pasando en Tamboril. Siguen los temores sobre la intolerancia de muchos cercanos al Alcalde, que blanden largas espadas tan pronto mencionan a su amo, y presurosos se lanzan a destazar cabezas con pérfidas, bajas y hasta rastreras informaciones echadas a rodar con sin igual desparpajo -en una negación total del correcto manejo de las relaciones públicas.

Esa es una de las sombras que queda por despejar. Sin embargo, todo apunta a que Anyolino Germosén se encamina por buen rumbo. Ojalá que estos 6 años se traduzcan en permanente progreso para Tamboril. Sería el pueblo -no el PLD- el gran ganador si así se sigue materializando.

La inauguración formal del Parque Trina de Moya -del que me gustaría recibir una copia sobre la inversión total, por las dudas que más de uno alberga aún, y por las denuncias de una supuesta sobrevaluación de esa obra-, el remozamiento de la entrada del municipio con bellas palmeras -las que ya quisiera ver-, los banquitos con luz 24 horas en el centro del municipio y muchas otras iniciativas son positivas y se deben por tanto encomiar.

Que han robado? Ayudaría mucho a diezmar esa impresión que nos faciliten los documentos de este primer año y que par de ingenieros calificados viertan sus opiniones principalmente sobre el parque que a más de uno, con razón, tiene deslumbrado.

Por lo pronto, la máxima universal, al menos en lo que a eso atañe, los exime de culpa. Todo mundo es inocente de cualquier imputación hasta tanto se demuestre lo contrario.

Quizás huelga decir que mis palabras están cargadas de sinceridad. Nunca he cobrado medio peso a nadie para escribir ni decir lo que pienso y creo. Me rijo por convicciones muy mías, e incluso cuando yerro, lo hago de corazón.

Jamás he vivido como una garrapata pegado a los recursos del pueblo, precisamente para tener un poquito de autoridad al hablar y no sentir que opino desde una alcantarilla, sin la oportunidad de poner un día mis ojos en las estrellas. Han sido descarnadas mis críticas a Leonel Fernández y su PLD, medularmente contaminado y corrupto y con más que los 40 ladrones de Alí Babá en Las Mil y una noches. De ese Hipólito charlatán y mentiroso que hoy se anda vendiendo como un Dios siendo un Diablo he dicho en cada oportunidad lo que creo.

Pero en la misma forma en que he criticado, exigido y reclamado de los políticos, he de valorar las cosas que pienso son buenas y favorecen a la colectividad. Ojalá que los restantes 5 años de Germosén y el PLD sigan por el mismo derrotero hasta hoy recorrido y a los que he podido acercarme mejor por personas como El Príncipe.

Que le paguen a los exempleados, que la transparencia se acentúe y se practique a diario, que un par de gallos locos vividores dejen de ver los recursos del pueblo como patriminio heredado para sí. Pero si el saldo final favorece al pueblo, como pienso sucede con este primer año, tendremos abiertas las palmas para un sonoro aplauso al filo de esta gestión.

El bien de Tamboril es nuestro único motor y la aspiración mayor que nos moverá siempre. Ojalá lo entiendan de una vez y por todas par de carajos que dicen todos los disparates que les vienen a la boca cuando prenden un micrófono.


TOMADO INTEGRAMENTE DE
MITAMBORILDIGITAL.COM

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