DESDE MI VENTANA OPTICA :: BAJALES ALGO, JOSE RICARDO
"Los hijos de Toussaint L’Ouverture son una pesada carga para el Estado dominicano, lo sabemos" comenta el autor.
Por Alejandro Almánzar
NUEVA YORK.- República Dominicana tiene el privilegio, de ser la puerta de las Américas o del “Nuevo Mundo”, como los demás países que conforman este Continente, es multicultural y racial, producto de la inmigración.
De ningún modo queremos decir, que no tengamos políticas claras de Inmigración, sobre todo, para regular la mano de obra extranjera, y protegerla de ciudadanos indeseables, pero de ahí a penalizar a inocentes por su status migratorio, eso no.
Los marcos legales, jurídicos e incluso, las leyes, llenan sus cometidos, cuando no violentan derechos fundamentales del hombre o la mujer. Debemos crear normativas que fortalezcan la dominicanidad, pero, sin ponernos el sello de “intolerantes”.
Para nadie es un secreto, que las causas, motivos y razones que empujan al dominicano a buscar mejor vida fuera de su patria, es la misma que lleva a esos niños al territorio nacional, y no se les puede tronchar esas sagradas aspiraciones.
Esto es inamisible, humana y espiritualmente, no hay que ser creyente de ninguna religión, ni de ningún Dios, para entenderlo así, educación, salud y comida es un derecho universal de los individuos.
No queremos la debilidad institucional, que nos convierta en la jungla, donde antisociales y delincuentes de la peor calaña se aposenten, pero bajo ningún pretexto, podemos cerrar las puertas a quienes buscan aquí la oportunidad perdida.
Es asunto de definir las reglas para la inmigración, pero no en base a medidas radicales o arbitrarias. Si nuestra Constitución es suficientemente garantista de la Patria, si ella establece quiénes somos dominicanos, con plenos derechos a decidir nuestro destino, no os desveléis hijo de Duarte, que su obra, cual roca indestructible, permanecerá inquebrantable, ante cualquier inicuo propósito.
Creo que al buen amigo, José Ricardo Taveras Blanco, se le fue la mano con esta decisión, por lo que encarecidamente le pido, “bájales algo” para no dar motivos a los enemigos, que nos acusan de esclavistas y discriminadores.
Los hijos de Toussaint L’Ouverture son una pesada carga para el Estado dominicano, lo sabemos, de tal modo, que a pesar del crecimiento económico y desarrollo alcanzado, seguimos confrontando graves problemas en distintos órdenes.
Por ejemplo, el traslado masivo de parturientas haitianas, a alumbrar en el territorio nacional, con fines de declarar los hijos como dominicanos e incluirlos en la Seguridad Social, eso debe ser corregido a la mayor brevedad posible por las autoridades.
El Estado gasta cientos de millones de pesos para cubrir los partos de estas mujeres, lo que es un verdadero dolor de cabeza para los directores de hospitales, como el Hospital Regional Universitario, José María Cabral y Báez, de Santiago, por citar uno.
Tampoco pedimos que a esos niños no se les exijan los mismos requisitos que a los dominicanos para permanecer en las aulas. Las autoridades haitianas son responsables de proveerles documentos a través de su embajada o consulados, en buena justicia, la ley es igual para todos.
El autor es periodista.
Reside en Nueva York
Por Alejandro Almánzar
NUEVA YORK.- República Dominicana tiene el privilegio, de ser la puerta de las Américas o del “Nuevo Mundo”, como los demás países que conforman este Continente, es multicultural y racial, producto de la inmigración.
De ningún modo queremos decir, que no tengamos políticas claras de Inmigración, sobre todo, para regular la mano de obra extranjera, y protegerla de ciudadanos indeseables, pero de ahí a penalizar a inocentes por su status migratorio, eso no.
Los marcos legales, jurídicos e incluso, las leyes, llenan sus cometidos, cuando no violentan derechos fundamentales del hombre o la mujer. Debemos crear normativas que fortalezcan la dominicanidad, pero, sin ponernos el sello de “intolerantes”.
Para nadie es un secreto, que las causas, motivos y razones que empujan al dominicano a buscar mejor vida fuera de su patria, es la misma que lleva a esos niños al territorio nacional, y no se les puede tronchar esas sagradas aspiraciones.
Esto es inamisible, humana y espiritualmente, no hay que ser creyente de ninguna religión, ni de ningún Dios, para entenderlo así, educación, salud y comida es un derecho universal de los individuos.
No queremos la debilidad institucional, que nos convierta en la jungla, donde antisociales y delincuentes de la peor calaña se aposenten, pero bajo ningún pretexto, podemos cerrar las puertas a quienes buscan aquí la oportunidad perdida.
Es asunto de definir las reglas para la inmigración, pero no en base a medidas radicales o arbitrarias. Si nuestra Constitución es suficientemente garantista de la Patria, si ella establece quiénes somos dominicanos, con plenos derechos a decidir nuestro destino, no os desveléis hijo de Duarte, que su obra, cual roca indestructible, permanecerá inquebrantable, ante cualquier inicuo propósito.
Creo que al buen amigo, José Ricardo Taveras Blanco, se le fue la mano con esta decisión, por lo que encarecidamente le pido, “bájales algo” para no dar motivos a los enemigos, que nos acusan de esclavistas y discriminadores.
Los hijos de Toussaint L’Ouverture son una pesada carga para el Estado dominicano, lo sabemos, de tal modo, que a pesar del crecimiento económico y desarrollo alcanzado, seguimos confrontando graves problemas en distintos órdenes.
Por ejemplo, el traslado masivo de parturientas haitianas, a alumbrar en el territorio nacional, con fines de declarar los hijos como dominicanos e incluirlos en la Seguridad Social, eso debe ser corregido a la mayor brevedad posible por las autoridades.
El Estado gasta cientos de millones de pesos para cubrir los partos de estas mujeres, lo que es un verdadero dolor de cabeza para los directores de hospitales, como el Hospital Regional Universitario, José María Cabral y Báez, de Santiago, por citar uno.
Tampoco pedimos que a esos niños no se les exijan los mismos requisitos que a los dominicanos para permanecer en las aulas. Las autoridades haitianas son responsables de proveerles documentos a través de su embajada o consulados, en buena justicia, la ley es igual para todos.
El autor es periodista.
Reside en Nueva York
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