martes, 24 de julio de 2012

!LOOR A NUESTROS MERENGUEROS

POR DOMINGO CABA RAMOS
SANTIAGO.- En honor a la verdad, pienso que los dominicanos hemos sido demasiado injustos con nuestros compositores de merengues. Pienso que “compositores” de la talla de Kinito Méndez, Pochi Familia, Toño Rosario, Musiquito y otros más, califican para ocupar un lugar de primerísima importancia en las páginas de nuestra literatura. Pienso que de la misma manera que Mariano Lebrón Saviñon, Pedro Mir, Manuel del Cabral y Juan Bosch han sido favorecidos con el Premio Nacional de Literatura, también a muchos de nuestros merengueros debería otorgársele tan importante presea literaria.

Sé que a muchos de ellos como Kinito Méndez, por ejemplo, bien podría considerársele como el verdadero “Rey del disparate”; pero aun así creo que se merece el premio. Hay que ser poeta de verdad para en versos de “elevado acento metafórico” informarle al mundo

“Hay un hoyo,

hay un hoyo,

hay un hoyo,

a la orilla de mar...”.

Hay que estar provisto de una fértil imaginación creadora y de un envidiable poder de síntesis, para componer un merengue en cuyas letras no se diga más que: “alegría / alegría / alegría. Te conozco bacalao / aunque venga disfrazado...”

Rubén Darío jamás contó con el talento que le prmitieran componer versos de irrepetible esencia lírica como los que conformanesa “brillante joya poética”, apenas constituida por los siguientes "versos":

“Kulikitaka, Kulikitaka,

Kulikitakatí, kulikitakatá”.

Pablo Neruda obtuvo en 1973 el Premio Nóbel de Literatura, pero a pesar de haber recibido la más alta distinción que se concede en el mudo literario, este autor jamás compuso un solo poema capaz de competir en calidad con “El baile del perrito”.

Y en cuanto a Fabio Fiallo, máximo exponente de la poesía amorosa en la literatura dominicana , pienso que careció de la suficiente capacidad o del vuelo poético necesario para preguntarle artísticamente a su amada:

“¿Tú sabes a que yo vine?

¿Tú sabes a que yo vine?

Yo vine pa' que mee... ,

yo vine pa’ que mee...”

O para interrogar y aconsejar a la vez:

“¿Tú la quiere mucho?,

pues cómetela ripiá”.

Con las muestras antes presentadas basta para formarse una clara idea acerca de la “excelente” calidad poética que se percibe en las letras de nuestro principal baile fol

Si Luis Camejo, destacado epigramista santiagués, estuviera vivo, ya no tendría razones para burlarse de la pobreza literaria de las letras del merengue nuestro, como lo hizo hace ya a principios del siglo XX en unos mortificantes versos publicados en su libro “Puyas de la Jabilla” (1936). Dichos versos dicen así :

Un músico de acordeón,

en una fiesta tocaba,

un merengue que ya hastiaba

a toda la reunión,

pues metido en un rincón,

tanto y tanto abría la boca,

cuando cantando decía:

“¡Ay... ay!, de Santiago a Moca”.

Y, cansado un bailador,

que sudaba como un potro,

le dije “¿No tiene otro,

Merengue que sea mejor?

y él contestó: Sí, señor,

pero antes quisiera un trago,

para poderlo cambiar:

¡Ay... Ay! “de Moca a Santiago”!


EL AUTOR ES PROFESOR UNIVERSITARIO.
RESIDE EN SANTIAGO.

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