DESDE MI VENTANA OPTICA :: UN CRUCE A LA MUERTE
"Muchos son los dominicanos, que al cruzar dicha división territorial, jamás nadie ha dado con sus paraderos, como lo demuestra Alicia Ortegas, en su Informe, describiendo el desgarrador drama que viven familias, frente a esa realidad" recuerda Almánzar.
POR ALEJANDRO ALMANZAR
NUEVA YORK.- El tema haitiano es muy sensitivo, el cual debe tratarse con cautela, para no ser tildado de xenófobo, pero se hace necesario advertir a la ciudadanía, el riesgo que se corre cruzar la frontera dominico-haitiana.
Muchos son los dominicanos, que al cruzar dicha división territorial, jamás nadie ha dado con sus paraderos, como lo demuestra Alicia Ortegas, en su Informe, describiendo el desgarrador drama que viven familias, frente a esa realidad.
Cuenta, que en medio de la desesperación, no sólo quedan devastados por desconocer la suerte de sus parientes, si no, que también son víctimas de “abogados” de aquel país, que prometiéndoles esclarecer su paradero, los timan con altas sumas de dinero.
Esto hace pensar, que se trata de bandas organizadas, para secuestrar a ciudadanos, y exigir dinero por su “rescate”, convirtiendo así a la frontera, en el cruce a la muerte, para quienes se arriesgan.
Las autoridades deben investigar, cuáles son esos negocios que hacen empresarios dominicanos y haitianos, pues en ocasiones, el chofer desaparece con todo y vehículo, y nadie muestra interés por su destino, ni por el de su familia.
¿Qué está sucediendo con esos choferes que van a territorio haitiano, a llevar mercancías y no regresan? ¿Qué mercancía llevan? ¿Serán víctimas de los empresarios que reciben la carga? ¿De grupos de piratas terrestres a su servicio, o se trata de negocios ilícitos, que enfrenta a bandas rivales?
El gobierno dominicano, por mandato constitucional, debe exigir al Estado haitiano, esclarecer el destino de ciudadanos desaparecidos allí. Investigar a fondo, qué tipo de negocio están haciendo estos grupos, que provoca la desaparición misteriosa de pobres trabajadores del volante.
Haití es un pequeño terruño, donde no hay espacio para que personas desaparezcan, sin dejar rastros, y hay familias, que tienen años viviendo con el dolor de no saber si su pariente vive o murió, intentando regresar después de la travesía.
La investigación debe comenzar, por quienes se hacen llamar abogados, que contactan a familiares de las víctimas, prometiéndoles mediar al respecto, causándoles doble dolor, pues muchos de ellos han tenido que vender las propiedades que tenían, para pagarles a estos falsos intermediarios.
Este es un buen material para quienes en el país sólo levantan la voz protagónica cuando la policía mata a un delincuente. Los Derechos Humanos del país, deberían hacer lo mismo ante esta dolorosa tragedia que envuelve a muchas familias por la desaparición de sus seres queridos en Haití.
Esto demanda de la intervención oficial, que reclame la seguridad de sus ciudadanos al pasar a suelo haitiano, un Estado, donde al parecer, nadie tiene garantía de sus derechos, porque pandillas, y grupos organizados imponen las reglas de juego.
Conocemos de la oposición de choferes haitianos, a que sus iguales dominicanos entren a su territorio a llevar mercancías, y las autoridades deben investigar si estas desapariciones guardan relación con ese conflicto.
EL AUTOR ES PERIODISTA
RESIDE EN NUEVA YORK
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