lunes, 21 de julio de 2014

DESDE MI VENTANA OPTICA :::: UN PAIS MISOGINOS

"Es tiempo de hacer conciencia sobre las muertes a mansalva de nuestras mujeres, lo que poco a poco se convierte en una peste, que raya lo misógino" plantea el autor.

POR ALEJANDRO ALMANZAR

NEW YORK, EE. UU.-  Lo dicho por el procurador general de la República, Francisco Domínguez Brito, sobre el incremento de asesinatos a mujeres, pone de manifiesto no sólo la cultura machista, si no, cómo el odio del hombre hacia la mujer cobra fuerza.

¿De dónde se desprende tanta ojeriza hacia el Ser que nos proporciona amor desde el vientre hasta la tumba? Aunque creo en la evolución, no asimilo, cómo una nación que admiró y respetó a la mujer, de repente se vuelve contra ella, haciéndola presa de la crueldad.

Quienes dicen defender a la mujer, deben buscar el origen de esa realidad, que siembra de odio y dolor a la nación. El Feminicidio, reconocido incluso, por el Código Procesal Penal, debe ser analizado para solucionar el problema.

Causas: Como a todo le buscan una explicación, probablemente  digan lo mismo con respecto a la delincuencia y criminalidad, de que se debe a la falta de “oportunidades”, y no a la de valores éticos y morales, idos a destiempo.

A la violencia que se incuba en hogares dominicanos, en que el sinónimo femenino significa inferioridad, y sumisión. Donde el hombre sigue pensando que en lugar de compañera, lleva una esclava, presta a aceptar cuánto se le antoje al “macho”.

Un ejemplo de eso, es la última víctima, en Castillo, San Francisco de Macorís, donde una joven fue asesinada por su pareja, porque esta asistió a las Fiestas Patronales de su comunidad, a la que le había prohibido ir.

Consecuencias: Son innumerables las que acarrean estos hechos, pero la peor de ellas guarda relación con el drama que viven hijos e hijas, quienes de momento se encuentran con el fantasma de la Orfandad,que pocos como este mortal pueden ser testigos de una realidad que marca por siempre.

Y mi caso es hasta menos pesaroso, pues sencillamente, se trató de alguien que sirvió de canal para traerme al mundo, y que sin proponérselo, de repente “Dios” se la llevó, me dijeron los religiosos para entonces, como único consuelo.

Esto es mas tétrico, al saber se la llevó un desquiciado, que creyó tener derecho de hacerla desencarnar cuando le dio la gana, abriendo heridas que jamás cicatrizan, separando por siempre familias, a pesar de quedar entrelazadas por lasos sanguíneos.

Porque, el hijo no querrá tener como padre al asesino de su madre, ni de abuelos a los progenitores de su verdugo, a sus hermanos y hermanas como tíos y tías, tampoco los hijos de los afectados desearán tenerlo como de los suyos.


Es tiempo de hacer conciencia sobre las muertes a mansalva de nuestras mujeres, lo que poco a poco se convierte en una peste, que raya lo misógino. Pero a pesar de ese fardo de dolor provocado por la irracionalidad, mi reflexión final a los envueltos en estas tragedias es transmutar el odio en amor, no dejarse disminuir espiritualmente por la miseria humana, de esos que no aprendieron lo que es Dios realmente.

EL AUTOR ES PERIODISTA.
RESIDE EN NEW YORK.

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