lunes, 11 de abril de 2011

DESDE MI VENTANA OPTICA : EL CULTO A LA PERSONALIDAD

"Pedro Santana, Ulises Heureaux, Buenaventura Baez, Trujillo, Balaguer e Hipolito son los presidentes que más han permitido el culto a la personalidad" sostiene Almánzar.


POR ALEJANDRO ALMANZAR


NUEVA YORK.- Se define como culto a la personalidad, a la adoración o adulación excesiva de un líder o jefe de Estado. Aquellas mentes mediocres, que por fortunas asaltaron el poder, fueron quienes más se dejaron influenciar por los que hacen de la actividad política, un rito a la perversidad social.


Los adulones de profesión, son los que han conducido al desastre al país y a esos personajes de la historia, como Pedro Santana, Ulises Heureaux, Buenaventura Báez, Trujillo, Balaguer y el último de la reata, Hipólito Mejía.


A ellos los convencieron de ser seres insustituibles e imprescindibles para la continuidad del Estado. Por eso no es extraño que estos aparezcan hoy, pasando noches de cavilaciones, tramando conducir al precipicio político, al primer mandatario, para que a cualquier costo, buscara una nueva repostulación.


Quienes vieron llegar a Trujillo a la presidencia, atestiguaban que en sus inicios, fue un ciudadano más, a lo mejor cargado de intenciones “democráticas”, y esa saña criminal que adoptara, fue fruto de la adulación, de quienes aferrados al poder, lo endiosaron al máximo.


Los que rinden culto a esas personalidades, poco les importa la patria y mucho menos, el líder. Sólo piensan en sus intereses unipersonales, para cuando el barco zozobre, como las ratas, lanzarse al nado, y dejar a su suerte a los que se dejan empujar a esas aventuras políticas.


El presidente Leonel Fernández, tuvo a punto de ser tomado como presa de esos sectores, y por eso lo vimos a regañadientes, renunciar a una nueva repostulación, alegando preceptos “constitucionales”, que todos sabemos, para convertirlos en legales, necesariamente habría que violar la Constitución misma, aunque para hacerlo, usaran vaselina, pero finalmente violada.


Fue por el culto a la personalidad, que Pedro Santana se arrogó el derecho de exiliar al padre de la patria. Báez convirtió al país en una finca suya. Ulises Heureaux, a partir de su segundo periodo, manejó al Estado como la finca con su ganado. Dio como resultado, que desde 1930 a 1961, la ciudad primada de América, cambiara de nombre, por el de Ciudad “Trujillo”.


Esa misma mendicidad humana, hizo posible grabar temas como este: “Y seguiré a caballo, eso dijo el general, y seguiré a caballo, le dijo a la comisión, y el pueblo de orgulloso, interpretó la expresión, porque sigue ese caballo, sigue y salva la nación.


El pueblo orgulloso, aclamó al Benefactor, y pide que le acepte, la nueva postulación, y llevará en su alma, la plaza del inmortal, sigue y seguiré a caballo, gloria, gloria al general. Imagínese usted.


Balaguer fue quien mas supo lidiar con esa modalidad, pero Hipólito Mejía, no podía ser diferente a los demás, pues ascendió al poder fortuitamente, y cometió actos despreciables, recibiendo lisonjas y símbolos propios de la parafernalia principesca ya desfasada.


La sociedad tiene que ponerle coto a los que con el culto a la personalidad, pretenden romper la institucionalidad tan olímpicamente.


El autor es periodista reside en Nueva York

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